CRUZ DE NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO

Ante la falta de grabados y de documentación escrita, las fotografías suponen un testimonio sustancial para conocer el devenir histórico de nuestras hermandades, permitiéndonos deducir de su observación aspectos artísticos y antropológicos. En el caso de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno la más antigua que se conserva data aproximadamente del tercer cuarto del siglo XIX, y se trata de la primera de una interesante serie de fotografías que nos permiten conocer los cambios que se fueron sucediendo no solo en los tronos procesionales sino también en la propia Imagen de Jesús, con la desaparición y sustitución, en el mejor de los casos, de unos elementos que caracterizaron al Jesús Nazareno que procesionó por Osuna a mediados de la centuria. Es la instantánea puede observarse a Jesús Nazareno portando la cruz de duelas donada por la Marquesa de la Gomera.

En el tránsito de los siglos XIX al XX la estética que caracterizaba a la Imagen de Jesús Nazareno se fue viendo alterada con el paso de los años y aproximadamente a principios de los cuarenta se construye una nueva cruz, de apariencia arbórea y aspecto tosco, que se combinaría con túnicas lisas la mayor de las veces, utilizándose cada vez menos las túnicas bordadas en un afán de mostrar al pueblo un Nazareno más humanizado.

Las dimensiones de la antigua cruz probablemente sirviesen de orientación para la realización de la nueva, de traza arbórea y realizada en madera recubierta por una fina capa de yeso. Durante los primeros años la cruz procesionó con las cantoneras que la Marquesa de la Gomera había donado para la de duelas en 1862, hasta que en los años cincuenta se adquirieron otros remates, de estilo neobarroco, con cartelas donde se representan los atributos de la pasión obra del orfebre José Sánchez Torres.

Desde entonces la Imagen del Nazareno ha portado siempre para su salida procesional esta cruz, realizada con materiales ligeros que distan mucho en cuanto a su nobleza de los que se emplearon en la ejecución de la de duelas. A esta escasa riqueza material habría que sumar un acabado a nuestro juicio poco acertado, ya que las vetas de la madera han sido representadas mediante leves surcos prácticamente inapreciables que otorgan a la pieza un aspecto cilíndrico. Su cromatismo tampoco ayuda, debido a que presenta un acabado basado en una capa homogénea de nogalina, sin matices, que impide diferenciar cualquier textura.

Ante estas consideraciones y teniendo en cuenta el estado de conservación de la cruz, que presentaba importantes fendas a lo largo tanto del estipes como del patíbulum, se acordó la realización de una nueva. Para ello se contó con el consejo del restaurador Pedro Manzano, quien propuso como material el cedro canadiense, una madera de baja densidad que junto al ahuecado de la cruz garantizará un peso mínimo sobre la escultura. Atendiendo a criterios de proporción, Manzano recomendó también reducir el grosor de la misma a doce centímetros y medio, manteniéndose la longitud de sus brazos en busca de una mayor armonía entre las dimensiones de la cruz, la Imagen y su paso procesional.

El artista encargado de la hechura del nuevo madero ha sido Jesús Martín Ojeda, carpintero local y hermano de la hermandad que ha puesto al servicio de la nueva pieza una experiencia de años. Jesús ha pretendido trasladar a la madera a golpe de gubia la rugosidad y la irregularidad propias del tronco de un árbol, reproduciendo nudos y llagas con el objetivo de conseguir un resultado realista. Para la terminación de la pieza ha elegido un tinte hidroalcohólico oscuro patinado con betún. Las llagas y nudos presentan matices distintos al haber sido terminados en una tonalidad más clara, lo que le otorgará mayor cromatismo. El coste de los trabajos ha sido generosamente donado por la familia Martín Moya a obras de caridad, con el fin de ayudar a los más necesitados y que de este modo la cruz con que cargan día tras día se refleje en la que Jesús carga por todos nosotros.

La nueva cruz, al presentar un grosor inferior a la anterior, necesitaba unos remates distintos a los que habían servido hasta el momento y por ello se ha contado con la creatividad del diseñador Javier Sánchez de los Reyes, quien ha diseñado unos casquetes de estilo neobarroco con rocallas, donde aparecerán la Cruz de Jerusalén, antiguo emblema de la hermandad y el anagrama JHS inserto en un sol de rayos rectos y flamígeros, en alusión al escudo actual y a la estrecha relación de la corporación con la Orden de los Mínimos durante parte de su historia. Juan Antonio Borrero, de Orfebrería Triana, será el encargado de pasar el diseño a la plata para posteriormente bañarla en oro.

Carlos Fernández Aguilar