LAS IMÁGENES DE LA VERÓNICA EN LA HERMANDAD DE JESÚS NAZARENO DE OSUNA

A partir del último tercio del siglo XVI comienza a propagarse por toda Andalucía occidental un tipo de cofradía pasionista, diferente a las tituladas de la Vera Cruz, que por la penitencia que realizaban se llamarán de los nazarenos. En este contexto, se produce la fundación de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno en la villa de Osuna, el 8 de julio de 1576 en la ermita de San Cristóbal[1]. La aceptación de la regla de Jesús Nazareno de la capital hispalense como hermandad matriz, redactadas por Mateo Alemán en 1578, van a determinar la uniformidad en cultos y prácticas penitenciales de todas aquellas que las adopten.

En los siglos XVII y XVIII, de manera general, se produce una revitalización de estas cofradías. En el caso de Osuna, su consolidación y auge arrancaría con la mudanza al nuevo templo edificado por los frailes mínimos en la calle Carrera, en 1607. A este traslado le seguiría la aprobación de sus segundas reglas, el 25 de marzo de 1635[2], con su hermano mayor al frente don Jerónimo Ruíz Armellones. Pasados cuarenta y cinco años de la llegada a la nueva sede, entre mayo y junio de 1652, los mínimos y los cofrades convinieron la cesión de un espacio para edificar, a costa de estos últimos, su propia capilla "donde poner en ella reja y Altares, Retablos é Imágenes, Cajones y Arcas, y juntarse a hacer sus Cavildos, y proposiciones" y "enterrarse los hermanos que al presente son y adelante fueres de la dicha Cofradía"[3]. Esta etapa de esplendor continuaría con el encargo de la escultura de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que se produciría en el último cuarto del siglo XVII, una obra anónima de la escuela sevillana que se ha adscrito al taller de Roldán[4], a su hija Luisa Roldán[5] y recientemente se ha vinculado a la órbita de José de Arce[6].

De igual modo se constata, de manera general, que estas cofradías en sus orígenes sólo procesionaban la escultura de Jesús Nazareno y, a la par de la efervescencia del seiscientos, se agregaron otras como la Virgen dolorosa, San Juan, María Magdalena y la Verónica[7]. Las líneas que a continuación seguirán fijarán su atención en la imagen de la mujer Verónica, en sus diferentes manifestaciones artísticas y en el papel que desempeñaba en la cofradía ursaonense.

Por el relato del evangelista San Lucas (23, 27-29) conocemos que Jesús, en su camino al monte Gólgota, fue seguido por un grupo de personas que presenciaba el fatigoso trance de su Pasión: "le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos". Sin embargo, ni en éste ni en los otros relatos canónicos se menciona la presencia de la Verónica. Los testimonios más antiguos sobre esta legendaria figura femenina se remontan al siglo XII en torno a las meditaciones sobre la humanidad de Cristo. Su auge se producirá en los siglos XIV y XV con los relatos de Roberto de Vorron y Roger de Argenteuil. Por su parte, en la sexta estación del Vía Crucis la devoción popular sí recoge la actuación de la Verónica mientras Jesús se dirigía al Calvario. El hecho de que la Santa faz quedase milagrosamente impresa en el velo con que, se cuenta, la Verónica limpió el rostro sudoroso y ensangrentado del Nazareno, le dio el nombre a esta mujer siendo resultado de la deformación de vera icona o verdadera imagen. En las Actas de Pilatos se recoge su existencia quedando identificada con la hemorroísa, la mujer pagana oriunda de Cesarea de Filipo que, en agradecimiento de haber sido curada por Cristo, mandó fundir en bronce una estatua con la efigie del Salvador[8].

En el último cuarto del siglo XVII se data la colección de lienzos que decora la capilla de nuestro Nazareno. En uno se representa a Jesús caído bajo el peso de la cruz, un pasaje que tampoco describen los evangelistas. Al no ser descabellado pensar que éste cayera debido al agotamiento sufrido, de nuevo es el Vía Crucis el que concretiza las tres caídas producidas en su caminar al Gólgota. La piedad popular funde el momento de una de las caídas con la presencia de la Verónica, resultando la escena que refleja el citado lienzo. Se trata de la primera representación de la Verónica que se constata en torno a la cofradía de Jesús Nazareno. Aparece arrodillada ante Jesús caído ayudado por el Cirineo, mostrando ante Él el paño con el divino rostro impreso. La Verónica lleva la cabeza descubierta, muestra la mirada baja y el rictus de dolor por su ceño fruncido y la boca cerrada, estando vestida con camisa blanca, jubón parduzco y saya corinto.

Recién comenzada la siguiente centuria, los cofrades de Jesús Nazareno contrataron a Pedro García de Acuña, el 6 de enero de 1700, la construcción del retablo mayor de su capilla[9]. Su coste ascendió a nueve mil setecientos cincuenta reales de vellón. Se compone de banco, cuerpo central con tres calles y un segundo cuerpo que se convierte en ático con forma de medio punto. En el centro del retablo y justo encima de la hornacina que alberga a su titular, Pedro Roldán "el mozo" esculpió un relieve donde aparece el busto de la Verónica, también con el cabello suelto y expresión de tristeza, mostrando un gran paño con la faz de Jesús, ensangrentada y coronado de espinas. Años después, don Juan López Rivero y don Francisco de Paula Sandino, mayordomo y hermano mayor respectivamente, contrataron el 27 de julio de 1714 a Lorenzo Vallejo para realizar el dorado y estofado del retablo y sus esculturas, por once mil setecientos cincuenta reales.

Andando el siglo, aparece la primera noticia documental que menciona a la Verónica. María Antonia Vera y Borja era hermana de la cofradía de Jesús Nazareno y, por tanto, quería enterrase en su capilla. Ese deseo lo plasma en su testamento que redacta el 31 de octubre de 1721 y, además, detalla una serie de donaciones: una camisa de bretaña con mangas, unas enaguas de bretaña, dos sábanas una de "moiler" y otra de cretona para que se hagan manteles y unos vuelos de "olan" con bandas finas para hacer un par de enaguas "al Niño Jesús de nuestra Señora de dicha cofradía de nuestro Padre Jesús Nazareno". Todo ello debía ser entregado "luego que yo muera (...) al mayordomo o a la persona que cuida (...) la capilla de nuestro Padre Jesús Nazareno y de la mujer Berónica (...) del Collegio de nuestra Señora de la Victoria"[10]. Con el fin de embellecer los altares y las esculturas que allí se veneraban (es relevante la existencia de una escultura mariana con un Niño Jesús para vestir), se cita a la Verónica como cotitular de su capilla, lo que denota la devoción y la importancia que llegó a tener.

La devoción a la santa Faz, conservada en San Pedro de Roma, fue aumentando y sería recomendada por los papas, por lo que casi todas las iglesias poseyeron una reproducción de la imagen del Salvador impresa en un velo[11]. Tal motivo justifica que las encontremos en los templos de San Agustín, Santo Domingo y en la ermita de San Arcadio. Especialmente significativa es la del templo de la Victoria, por encontrarse tan cerca del veneradísimo Jesús Nazareno, una reproducción pictórica con la leyenda escrita VERA IMAGO SALBATOTO-/ RIS. VESTIN CIVITATE ROME-, de la segunda mitad del siglo XVIII que cuenta con un fastuoso marco de rocallas dorado.

A raíz de la renovación estética de la Hermandad de Jesús Nazareno en el último tercio del siglo XIX, aumentan las referencias escritas sobre la Verónica. El título de un primer documento, sin fechar, que nos proporciona información acerca de ella ya es revelador: "Inbentario de las cosas de Nuestro Padre Jesús de Nazareno, Sn Juan yLa Beronica"[12]. En él se describe el ajuar de estas efigies "de Sn Juan una camisa la sotana y la capa, las cayda. La Beronica, su bestido y los Santos Rostros, y un belo y sus cayda". Un segundo documento completa al anterior pues, aunque la grafía es diferente, al escribir Verónica con B en vez de con V hace pensar que quién continuó el trabajo copió el título escrito con anterioridad: "Objetos que faltan del Invº de 1849 (...) una saya de la Beronica y una toca"[13].Esa fecha descubre la del inventario por lo que la adenda se haría, probablemente, en la década de los 50 del siglo XIX. Existe un "Inventario que hoy ha de hacerse en la Capilla de N.P.J.N. y de lo que contiene el cuarto"[14], también sin fechar, que recoge que allí estaban "dos efigies una de Sn. Juan y otra de la Verónica" más "un águila de madera y dorada que servía a Sn. Juan" y"dos peanas para el uso de San Juan y la Verónica completas de todo lo necesario". Al relacionar todos los datos, se constata la existencia de una escultura de la mujer Verónica en la hermandad de Jesús desde el siglo XVIII, que a mediados de la centuria siguiente sabemos que es de vestir por el ajuar que tenía compuesto de túnica o saya, toca para cubrir su cabeza y el velo con el rostro de Jesús tres veces impreso. Dicha escultura y la de San Juan procesionaban en la mañana del Viernes Santo en sus andas o peanas que contaban con caídas o faldones portadas a horquillas.

Un tercer inventario, del año 1869 figurando como hermano mayor y mayordomo don Francisco Fernández Caro y don Manuel Tamayo, señala "dos urnas nuevas una para Sn Juan y la otra para la Beronica (...) una Berónica de armazón (...) las caidas del trono, la de Sn Juan y la Verónica, ropa de Sn Juan y la Verónica con sus diademas"[15]. Con esto se corrobora la información ya analizada: que la Verónica es una escultura de candelero, además de su ropa llevaba como atributo sagrado una diadema y que su urna o andas, así como la de San Juan, fue renovada en la citada fecha. Pasados menos de una década de este estreno, se interviene sobre la propia escultura, de modo que el carpintero Manuel Holgado recibe la cantidad de 67 reales por "el arreglo de la Mujer Verónica con tela comprada al efecto" en 1878. El referido carpintero Manuel Holgado, ese mismo año, estaba también ayudando al escultor marchenero Martín Ojeda en la talla del nuevo cuerpo para la escultura de Jesús Nazareno[16].

La última noticia escrita que hace referencia a la Verónica es un interesante manuscrito fechado el 27 de marzo de 1879[17], emitido desde la Insigne Iglesia Colegial, por don Francisco Sierra Sánchez, párroco entonces. A él se dirigen los cofrades para que autorizase la licencia para celebrar "la procesión de N. P. Jesús Nazareno el Viernes Santo a las cinco y media de la mañana", de modo que desglosaba en cuatro clausulas el modo en que se debía realizar: la primera prohíbe salir de la iglesia después de la hora indicada, la segunda advierte sobre el orden en parejas que debían guardar los hermanos que formasen la procesión, la tercera señala un acuerdo escrito entre los hermanos de Jesús y los de la Virgen de los Dolores para que mantuviesen siempre la misma distancia entre sí y "la duración de las posas o paradas". La cuarta y última es sobre la que proyectamos nuestro interés: "a fin de que no se produzcan los excesos irreverentes experimentados otros años en la conducción de los pasos San Juan Evangelista y la Santa Verónica, se procurará que sean llevados por cofrades mayores de treinta años y de la más reconocida devoción". Llegados a este punto, hay que entender la procesión de nuestro Viernes Santo ursaonés de una forma más compleja que como la vivimos hoy día. Su cortejo procesional estaba compuesto por hasta cuatro pasos: la santa mujer Verónica, Jesús Nazareno, San Juan Evangelista y la Virgen de la Soledad posteriormente sustituida por Nuestra Madre y Señora de los Dolores, de la orden tercera servita. La presencia de las andas de San Juan y la Verónica (retomamos ahora la introducción de este trabajo) se justifica por el papel que desempeñaban que apunta, directamente, a la celebración de un sermón y representación de la Pasión.

El origen de los sermones y representaciones de la Pasión de Jesús proviene de los autos sagrados y sacramentales de la Edad Media. Desde el siglo XVII tenían lugar en el interior de los templos que, a partir del siglo XVIII, como consecuencia de la prohibición de la autoridad eclesiástica de que las hermandades de Jesús saliesen de madrugada, provocó que se organizasen en espacios públicos ganando en escenificación y teatralidad[18]. La finalidad de dichas representaciones era aleccionar a los fieles, una misión pedagógica y doctrinal que va a convertir la procesión en un espectáculo concebido como lenguaje visual inteligible a todos, característico de la cultura española del Siglo de Oro. Esto y la adopción de la misma regla en las hermandades de Jesús Nazareno, produjo una uniformidad y repetición de este ritual por toda la geografía andaluza, realizado por figurantes vivos disfrazados o por esculturas. En Osuna se producía la representación del encuentro del Nazareno con la Verónica que mostraba el lienzo con el que le había enjugado, impreso tres veces con el rostro de Cristo. También, el Encuentro en la calle de la Amargura, de modo que la imagen de San Juan acompañaba a la Virgen para que contemplase a su Hijo cargado con la cruz. El lugar era la explanada de la Colegiata de la Asunción, a donde todas las hermandades subían a hacer su estación de penitencia.

La recomendación de don Francisco Sierra de que el paso de San Juan y la Verónica fuesen portados por hombres mayores de treinta años con seriedad ante las chanzas con que las clases más populares se desinhibirían aprovechando las representaciones de la Semana Santa y que en 1911 se creasen las parroquias de Nuestra Señora de Consolación y de Nuestra Señora de la Victoria, pues desde 1867 se había extinguido el cabildo colegial[19], son motivos que hacen pensar que, en torno al primer decenio del siglo XX, se suprimieron los citados pasos y, por ende, las representaciones de los encuentros. En consecuencia, a día de hoy, se puede rastrear un vaguísimo recuerdo de lo que fue con la subida que se realiza a la Colegiata, culminada con la última chicotá por parte de Nuestra Madre y Señora de los Dolores que se encara al paso parado de Nuestro Padre Jesús Nazareno, sin la consoladora presencia de San Juan Evangelista que en otro tiempo la asistiría. Además, ante las puertas cerradas de nuestro templo mayor se origina un singular desayuno ante la inexistencia de un sacerdote que dirija el desaparecido sermón de la Pasión y la Verónica que aliviase el sudor de Cristo.

La escultura de la Santa Mujer Verónica quedó sin uso y sin culto hasta que la contienda civil española cambió su suerte. La profanación y quema de gran parte del patrimonio religioso de la parroquia de San Marcos de nuestra vecina localidad de El Saucejo, hizo que desapareciera su Virgen de los Dolores. Para reponerla, el párroco don Manuel Fernández se hizo con la Verónica del Nazareno de Osuna, en 1936, que fue adaptada para convertirse en la nueva dolorosa. No obstante, el resultado no fue afortunado y, en 1947, fue sustituida por la actual talla de Antonio Castillo Lastrucci. Desde entonces quedó en el olvido en unos almacenes parroquiales hasta que otro párroco, don José Isorna Jiménez, la restauró hacia 1987 y le dio la advocación de Nuestra Señora del Amor en su Soledad[20], procesionando la madrugada del Viernes al Sábado Santo, si bien es cierto que no goza de mucha devoción.

La antigua Verónica de la hermandad de Jesús de Osuna es una escultura en torno a un metro y cincuenta centímetros de altura, anónima y fechable en el siglo XVIII, de discreta calidad pero correcta en su ejecución. Muestra su rostro en posición frontal, con los párpados entornados, la mirada baja y la boca cerrada reflejando un sentimiento de honda tristeza. La policromía que muestra no es la original y cuenta con un par de juegos de manos, unas entrecruzadas y otras sueltas, resultado de las intervenciones a las que ha sido sometida. El hecho de que se conserve no lejos de su localidad de origen y que estas representaciones se sigan realizando en otras ciudades (en Lebrija, Lucena, Arcos de la Frontera o Jaén la Verónica procesiona en un paso sola y en Marchena una joven caracterizada como la Verónica sube al paso del Nazareno para escenificar el momento de enjugarle el rostro y mostrar a los fieles la santa faz) permite vislumbrar el brillante pasado que tuvo la mañana del Viernes Santo en nuestra villa. 

Antonio Morón Carmona 

[1] Archivo General del Arzobispado de Sevilla (A.G.A.S.). Sección Justicia, Serie Hermandades, leg. 163-B. "Osuna, Años de 1693/ Pleito que sigue la Cofradía y Hermandad de la Santa Vera Cruz de la Villa de Osuna, con las Hermandades y Cofradías del Dulcísimo Nombre de JHS y Nuestra Señora de las Angustias della, sobre la asignación de días y oras para hacer sus procesiones de Semana Santa", s/p

[2] Archivo de la Hermandad de Jesús Nazareno de Osuna (A.H.J.N.O.). Sección gobierno. Libro de reglas: Reglas de la Hermandad de Jesús Nazareno, 1635.

[3] Moreno Ortega, R. "El retablo de Jesús Nazareno. Aportación a la obra de Pedro Roldán el Mozo". Archivo Hispalense nº 222. Sevilla, Diputación provincial de Sevilla 1990, pp. 191-197.

[4] Rodríguez-Buzón Calle, M. Guía Artística de Osuna. Osuna 1997, p. 56.

[5] Perales, J. M. Una tarde en el Gólgota al morirte. Itinerario cofradiero por los pueblos de Sevilla. Sevilla 1970, p. 250.

[6] Moreno de Soto, P .J. "La capilla del Nazareno de Osuna". Osuna Semana Santa 2012, p. 28.

[7] Labarga, Fermín, "Teatro y catequesis: Representaciones y cortejos bíblicos en la Semana Santa española". Actas del V Congreso Nacional de Cofradías de Jesús Nazareno. Puente Genil 2014, pp. 85-85-107.

[8]Roda Peña, J. "El Nazareno en la escultura sevillana". Nazarenos de Sevilla I, Sevilla 1997, p. 83.

[9]Moreno Ortega, R. "El retablo de Jesús Nazareno. Aportación a la obra de Pedro Roldán el Mozo". Archivo Hispalense nº 222. Diputación provincial de Sevilla. Sevilla, 1990, pp. 191-197.

[10]Archivo Histórico de Osuna (A.H.O.). Protocolos Notariales. Legajo 588. Antonio Ruiz Picazo, 1721, ff. 532-539 vto.

[11]Sánchez Herrero, J. "La devoción a Jesús llevando a cuestas su cruz o la devoción al Nazareno". Nazarenos de Sevilla I, Sevilla 1997, p. 28.

[12]Archivo de la Colegiata de Osuna (A.C.O.) Sección Hermandades. Inbentario de las cosas de Nuestro Padre Jesús de Nazareno, Sn Juan yLa Beronica, s/p.

[13]A.C.O.Objetos que faltan del Invº de 1849, s/p.

[14]A.C.O. Sección Hermandades. Inventario que hay que hacerse en la capilla de N. P. J. y de lo que contiene el cuarto, s/p.

[15]A.C.O. Sección Hermandades. Inventario que hay que hacerse en la capilla de N. P. J. y de lo que contiene el cuarto, s/p

[16]A.C.O. Sección Hermandades. Inventario de 1869, s/p.

[17]A.C.O. Sección Hermandades. Sin título, s/p.

[18]García de la Concha Delgado, F. "Cortejos y representaciones en las hermandades de Jesús Nazareno en Andalucía Occidental". Actas del V Congreso Nacional de Cofradías de Jesús Nazareno. Puente Genil 2014, pp. 125-127.

[19]Rodríguez-Buzón Calle, M. La Colegiata de Osuna. Osuna 1982, p. 39.

[20]Santos Márquez, A. J. Patrimonio histórico-artístico de El Saucejo. Diputación de Sevilla y Ayuntamiento de El Saucejo 2008, pp. 135-136.